miércoles, 18 de marzo de 2009

de Francisco de Rioja

Francisco de Rioja

Ardo en la llama más hermosa y pura
que amante generoso arder pudiera,
y necia envidia, no piedad severa,
tan dulce incendio en mí apagar procura.

¡Oh, cómo vanamente se aventura
quien con violencia y con rigor espera
que un alto fuego en la ceniza muera
mientra un alma a sabor en él se apura!

Si yo entre vagas luces de alba frente
me abraso, y entre blanda nieve y rosa,
es culpa de tu amor no hacer caso:

no es la lumbre del sol más poderosa
y agrada más naciendo en oriente
que cuando se nos muestra en el ocaso.

Francisco de Rioja

Cuando entre luz y púrpura aparece
la alba y despierto ¡ay triste! y miro el día,
y no hallo la blanca Filis mía
alba y púrpura y luz se me oscurece.

Lloro y crece mi llanto cuanto crece
más la lumbre, y la sombra se desvía;
y un torpe hielo así me ata y refría
que aun la voz para alivio me fallece.

Y a un punto apura amor con alto fuego
en este ancho desierto el pecho mío,
donde el pesar le aviva más y enciende:

Lloro, pues, y ardo así y el mal se extiende
tanto, que a luz y a sombra y a rocío
muero en llamas, y en lágrimas me anego.

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